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17,78 €La extensa literatura cientÃfica de las últimas décadas no ha sido especialmente pródiga en aportaciones en torno a la reflexión sobre la actuación del inspector de educación desde un punto de vista ético y práctico. En la exigua bibliografÃa sobre el asunto, de forma abrumadora dedicada a la deontologÃa del docente, predomina la óptica genérica y más bien de carácter abstracto.
El texto pretende contribuir a llenar el insistente y pertinaz vacÃo sobre el especÃfico código ético, la eticidad del inspector en su praxis más inmediata. Para ello, en primer lugar, se requiere delinear con precisión la necesidad de una deontologÃa de la cotidianidad inspectora y, junto a ello, establecer una topografÃa que amojone el terreno sobre el que debe asentarse el proceder ético del inspector. Esta tarea tan lógica halla, sin embargo, dificultades no menores por la porosidad del propio concepto y función del inspector, vale decir, por la complicación de definir con precisión el sujeto inspector en toda su extensión, asà como por la escasa determinación de algunas tareas.
La investigación delinea y bosqueja algunos de los esenciales valores tÃpicos del inspector en su praxis diaria. AsÃ, el texto se detiene especialmente en la prudencia y la equidad como ejes de la ética inspectora o en la colegialidad como paradigma de las distintas actuaciones. Con estas coordenadas se vislumbra el campo moral de actuación de la inspección como una suerte de burocracia con alma, un gesto que exige un singular plus moral, tÃpico del trabajo supervisor.