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19,27 €Prólogo de Manuel RodrÃguez Rivero Traducción de Javier MarÃas
«La desdichada esposa hizo un desesperado esfuerzo por controlarse. Era su Edmond; no le habÃa hecho ningún mal; habÃa sufrido. Una momentánea devoción por él la ayudó y, levantando la vista como se le habÃa implorado, miró aquel despojo humano, aquel écorché, por segunda vez. Pero la visión era demasiado horrible. De nuevo, involuntariamente, apartó la mirada y se estremeció.-¿Creéis que podréis acostumbraros a esto? -dijo él-. ÃSà o no! ¿Podréis soportar cerca de vos esta carne de osario? Juzgad por vos misma, Bárbara. ÃVuestro Adonis, vuestro incomparable marido, se ha convertido en esto!La pobre mujer estaba junto a él inmóvil, excepto por el continuo parpadeo de sus ojos. Todos sus naturales sentimientos de afecto y compasión le habÃan sido arrebatados por una especie de pánico; tenÃa, exactamente, la misma sensación de debilidad y horror que habrÃa tenido en presencia de un aparecido. De ningún modo podÃa hacerse a la idea de que aquello era el elegido de su corazón: el hombre que habÃa amado. Se habÃa metamorfoseado hasta convertirse en un ejemplar de otra especie.»Fragmento de «Bárbara de la Casa de Grebe», El brazo marchito
Thomas Hardy (1840-1928) publicó catorce novelas, una cincuentena de cuentos y más de mil poemas. Atacado por la insólita crudeza sexual de muchos de sus libros, la falta de entusiasmo, cuando no la hostilidad, con que fue recibida Jude el Oscuro fue determinante en su abandono definitivo de la novela. A partir de 1895 Hardy se entregó de lleno a la poesÃa. De este modo consiguió el extraño honor de convertirse a la vez en el último novelista británico del XIX y en el primer gran poeta en lengua inglesa del siglo XX. Y la verdad es que, como novelista, y a pesar de mostrarse lúcido testigo de los orÃgenes de la modernidad, Hardy pertenece más apropiadamente al universo de Balzac, Dickens, Dostoyevski o Galdós que al de Proust, Woolf, Joyce o Kafka.Los últimos quince años de su vida fueron testigos de un triunfo que le habÃa sido tan esquivo como ahora le fue estrepitoso, y Hardy pudo vivir plenamente la experiencia de convertirse en el Gran Escritor de su tiempo.Murió en su mansión de Max Gate, cerca de Dorchester, a la que en sus últimos años acudÃan en peregrinación sus numerosos admiradores, entre los que se contaron R. L. Stevenson, J. M. Barrie, W. B. Yeats, John Cowper Powys, Virginia Woolf, T. E. Lawrence, H. G. Wells, E. M. Forster, George Bernard Shaw, Robert Graves, Ford Madox Ford, Walter de la Mare y Wilfrid Ewart. Sus cenizas se conservan en la abadÃa de Westminster, pero su corazón le fue extraÃdo y enterrado en el cementerio de la parroquia de Stinsford, junto a los restos de sus dos mujeres.
Javier MarÃas tradujo los relatos de El brazo marchito en 1974 -tengo entendido que fue su primer libro como traductor profesional-, cuando era un joven de veintitrés años que habÃa publicado dos novelas e intentaba abrirse paso como narrador.Del Prólogo de Manuel RodrÃguez Rivero
Blog de Javier MarÃas:https://javiermariasblog.wordpress.com/category/ reino-de-redonda/